Quinta sesión: Historia Eclesiástica
1) Las primeras herejías
a) Gnosticismo
El gnosticismo se deriva de la palabra
griega gnosis (conocimiento). Aparece con el sincretismo, como
consecuencia de las conquistas de Alejandro Magno (334 a 324 a.C.), mezcla de
dos mundos, el oriental y el griego. Hacia el II siglo antes de Cristo aparecen
los primeros brotes. En Siria, Palestina y Egipto estaba ya difundida la gnosis
antes de la predicación del cristianismo. Su mayor influjo entre los cristianos
tuvo lugar entre los años 130 y 180, y se caracterizará por estos tres aspectos:
i.
Características
Un espíritu
exclusivo: La palabra “gnóstico”, quiere decir uno que afirma tener
conocimientos preeminentes. Se trataba de una casta intelectual cuyos
iniciados tenían que prestar juramento. La posesión de dogmas
especulativos: Poseían dogmas especulativos en lo que respecta a la
creación, el mal, emanaciones y ángeles. De acuerdo a los gnósticos, la
creación no había sido efectuada por el Dios Supremo, desde que no podía tener
relación alguna con la materia de suyo mala. Afirmaban que la creación debía
haber sido realizada por alguna de las emanaciones angélicas de Dios. Estas eran
una serie de “eones” o inteligencias eternas o ángeles, que debían ser
adoradas. Prácticas morales: Practicaban un ascetismo rígido por que
decían que la materia era la habitación del mal, o bien vivían en el
desenfreno, en virtud del principio de no prestar atención a una cosa tan mala
como la materia.
La
materia se equiparaba con el mal. Si el hombre deseaba obtener salvación,
podría lograrlo renunciando al mundo material y buscando el ideal. De este
argumento surgieron dos posturas éticas. (1) el ascetismo, que afirmaba que el
cuerpo es malo y debe conservársele bajo estricto dominio y la segunda postura
se derivó de la pretensión de que el espíritu es real, y el cuerpo irreal. (2)
el libertinaje, si el cuerpo es nada más temporal, sus actos no tendrán
consecuencias. La plena gratificación de sus deseos no afectará la salvación
final del espíritu, entonces se entregaban a todo
tipo de inmoralidades sexuales, ya que solo el espíritu contaba.
ii.
Sobre
la divinidad de Cristo.
Los
gnósticos enseñaban que Jesús no era realmente Hijo de Dios, ni siquiera que se
hubiese realmente encarnado como hombre. Para los
gnósticos Cristo es un mensajero espiritual venido a despertarnos de nuestro
sueño y mostrarnos la realidad de las cosas. Por esto declaran los gnósticos
que Cristo no pudo tener un cuerpo de carne, sino que lo que la gente creía ver
era en realidad un "cuerpo aparente". Decían que Jesús no nació de
una mujer, sino que se manifestó de repente en un momento determinado de la historia
humana. En efecto, no asignaban a
Cristo su divinidad, sino simplemente un lugar en el orden superior de los
espíritus, mientras que se exaltaban a los ángeles, a quienes se les atribuían
parte en la obra de salvación mesiánica, afirmando que la creación era
efectuada por “demiurgos”. El gnosticismo se proponía
colocar a Dios a una distancia infinita del hombre, y luego salvar esta
distancia mendiante huestes angélicas en orden escalonado y proporcionar a
Cristo un lugar entre los seres superiores de ese sistema.
iii.
El demiurgo
El concepto platónico del demiurgo es
retomado por el gnosticismo. Lo que en el platonismo era imperfección, en el
gnosticismo se transforma en maldad. El Universo era para los gnósticos una
gradación, desde lo más sutil (Dios) hasta lo más bajo (la materia). Así el demiurgo
como creador y ordenador del mundo material, se convierte en encarnación del
mal, aprisionando a los hombres y encadenándolos a las pasiones materiales.
Pero quedando en nuestro mundo material restos de ese
origen espiritual encerrado en nuestros ser, el cual debemos liberar por vía
del espíritu para ser salvos.
En síntesis, el gnosticismo es
la creencia de que el conocimiento de los misterios sobre Dios, sobre el mundo,
sobre el hombre, sobre la historia, está reservada a una elite. Era un sistema que prometía la salvación
por medio del conocimiento. Enseñaban que por una serie de sucesivas
emanaciones, cada una de ellas inferior a la anterior finalmente, culmino en la
creación del mundo. En la cima de los seres existe un
Dios, un ser perfecto e inmanente cuya propia perfección hace que no tenga
relación alguna con el resto de seres imperfectos. Es inmutable e inaccesible.
Descendiendo en una escala de seres emanados de aquél
llegamos al Demiurgo, antítesis y culmen de la degeneración progresiva de los seres
espirituales, y origen del mal. En su maldad, el Demiurgo crea el mundo, la
materia, encadenando la esencia espiritual de los hombres a la prisión de la
carne. En este escenario se libra una batalla entre los principios del bien y
el mal, la materia (apariencia) y el espíritu (sustancia).
iv.
Principales sectas Gnósticas
·
Gnosticismo
oriental (aceptan el AT y rechazan el NT).
- Nicolaitas (diácono Nicolás de
Jerusalen). Para apagar la concupiscencia daban rienda suelta a los
placeres. Hoy se usa la palabra "nicolaismo" para expresar la
falta de celibato en los sacerdotes.
- Mandeos (del armeno
"manda"= conocimiento). Es una pequeña secta gnóstica
extracristiana del Oriente medio. Quedan actualmente algunos millares en
mesopotamia meridional. Pretenden tener su origen en Juan Bautista.
Consideran que Jesús es un falso profeta. Poseen una abundante literatura sagrada.
Clara influencia de doctrinas maniqueas.
·
Gnosticismo
helenístico o gnosis alejandrina (toman más del NT que del AT).
- Basílides. En Alejandría
(120-145). Era discípulo de Menandro y de Simón el Mago. Tiene una
exégesis del Evangelio en 24 libros. Profesa el rigorismo ético, según
principios cristianos, pero sostiene que las acciones morales son en sí
indiferentes.
- Valentín. Se traslada de
Alejandría a Roma (136-160) donde desarrolla la doctrina de los 30 eones y
de la división de los hombres.
·
Gnosticismo
cristiano.
- Cerinto (judeo-cristiano). Vive en
Asia menor a fines del s. I. Judaizante rígido y gnóstico. Niega la
divinidad de Cristo. Afirma el error doceta (decir que Cristo recibió el
poder divino de hacer milagros en su Bautismo, pero que desaparecería en
la Pasión; el cuerpo de Cristo no es verdaderamente humano: es aparente).
S. Juan escribe su Evangelio, en parte, para refutar estas ideas.
- Marción
- Encratitas:
Seguidores de Taciano (discípulo de S. Justino) que profesaban un gran
rigorismo e ideas gnósticas.
- La teosofía, el Nuevo Pensamiento y la
Ciencia Cristiana, constituyen formas modernas del gnosticismo.
b) Ebionismo
La Palabra
hebrea "ebionim", con la que se definió a esta comunidad de
judíos creyentes en Jesús el Cristo, significa "pobres". No hay
unidad en los estudiosos sobre el origen de este grupo. Algunos señalan que son
los descendientes de la primera iglesia judía de Jerusalén, que huyó a
Decápolis poco antes de la destrucción del Templo por Tito en el 70 d.c., otros
sitúan sus orígenes en tiempos anteriores al mismo Jesús, en grupos esenios, o
en discípulos del mismo Juan el Bautista. Hoy algunos que lo remontan hasta el profeta
Samuel, y su escuela de profetas, etc.
i.
Creencias
Los
Ebionitas son citados por Ireneo de Lyon (discípulo de Policarpo, que a su vez
lo fue del apóstol Juan) en la segunda mitad del siglo II d.c. ("Contra
las Herejías") en estos términos: [Los
ebionitas] utilizan únicamente el evangelio que es según San Mateo y rechazan
al apóstol Pablo, llamándole apóstata de la Ley. Pues los ebionitas,
sirviéndose solamente del evangelio que es según San Mateo, se dejan persuadir
por él y no piensan rectamente del Señor. Pero
obras tempranas como el apócrifo de finales del siglo I d.c. "Los viajes
de Pedro" hacen ya referencia a ellos. Este libro, del que se conservan
partes, es citado profusamente por Epifanio cuando habla de los Ebionitas, y
nos muestra un muy probable acercamiento de sus enseñanzas a los ideales
Esenios.
Justino el
Mártir, en el 150 d.c. comenta que existen dos grupos de judeocristianos, por
un lado los que participan de la "fe común", pero siguen
permaneciendo fieles a las tradiciones judías y son descendientes de las
comunidades de Santiago; y por otro lado otros que reconocen a Jesús como
Mesías pero que solo afirman que fue "Hombre entre los hombres",
a estos los llama "Ebionitas". Sabemos poco de los Ebionitas, que
eran mirados con no pocos recelos por sus contemporáneos cristianos procedentes
de los gentiles (no judíos), quizás debido a su insistencia en guardar la
Ley de Moisés y circuncidarse, aunque no sacrificaban y celebraban el
Sábado y el Domingo, (cosa que no contradice lo practicado por la iglesia judía
de Jerusalén y que se nos describe en los hechos de los Apóstoles). Insistían
en alejarse del aspecto ceremonioso de la Ley, atendiendo más a su
contenido moral, en lo que se parecen mucho a los esenios. Consideraban al
apóstol Pablo como un apóstata y un traidor al judaísmo, debido a sus
enseñanzas acerca de que los gentiles no debían circuncidarse ni guardar la
Ley. Respecto a Jesús, lo consideraban hijo de José y María, pero no
Divino, aunque si superior a los ángeles, y que su título de "Hijo de
Dios" le vino como adopción en el momento de ser bautizado, perdiéndolo en
el momento de la crucifixión. Por esto mismo rechazaron los libros de Pablo,
usando el llamado "Evangelio de los Hebreos", actualmente en estudio
por parte de los eruditos. En fechas más tardías el Ebionismo se confunde con
el Gnosticismo, seguramente por influencias de éste en sus doctrinas.
ii.
Comentarios de Eusebio y otros
Interesantes
son los comentarios que sobre ellos hace Eusebio de Cesárea en su
"Historia Eclesiástica", de principios del s. III d.c.:
"A
otros el maligno demonio, no pudiendo arrebatarles de su dedicación para con el
Cristo de Dios, se los hizo suyos al encontrarles algún otro punto débil. Los
primeros fueron llamados ebionitas acertadamente, pues consideraban a Cristo de
un modo pobre y bajo. Creían que era un hombre simple y común, que iba
justificándose a medida que crecía en su carácter, y que nació como fruto de la
unión de un hombre (José) y de María. Les parecía indispensable
cumplir la Ley, como si no pudieran salvarse con la sola fe en Cristo y una
vida conforme a ella.
Además de
éstos, existieron otros con el mismo nombre que estaban libres de las cosas
absurdas de los anteriores (¿Quizás la iglesia judía descendiente de la de
Jerusalén?). No rechazaban el hecho de que el Señor naciera de una virgen y del
Espíritu Santo, pero, del mismo modo que aquellos, no confesaban que ya
preexistía puesto que Él era el mismo Dios, el Verbo y la Sabiduría. También
volvían a la impiedad de los primeros, principalmente cuando, como ellos, se
afanaban en honrar el culto a la Ley escrita. También creían que se habían de
rechazar definitivamente las epístolas del apóstol Pablo, al que llamaron
apóstata de la Ley, pero hacían uso exclusivo del llamado "Evangelio de
los Hebreos", ignorando los demás. Guardaban el sábado (como los primeros)
y toda la conducta judaica, pero el domingo observaban prácticas parecidas a
las nuestras en memoria de la resurrección del Salvador. Por esta causa de
estos hechos llevan esta denominación, porque el apelativo ebionita expresa la
pobreza de su mentalidad, pues los hebreos llaman con ese nombre al pobre"
(H E, Libro III, cap. 27)
Las últimas
noticias que se tienen de ellos proceden de fechas tardías como el siglo V
d.c., así Epifanio habla de ellos a principios de dicho siglo en los siguientes
términos: Está en poder de [los
nazarenos] el Evangelio según San Mateo, completísimo, y en hebreo. Pues entre
ellos se conserva, sin duda, todavía éste tal como fue compuesto
originariamente, en caracteres hebreos. Lo que no sé es si han suprimido las
genealogías desde Abraham hasta Cristo.
Jerónimo,
traductor de la Biblia a la lengua común (el Latín) llamada por eso
"Vulgata" dice de ellos hacia el año 420 d.c. los siguiente: Como podemos también leer en el Evangelio
Hebreo, el Señor habla a los discípulos diciéndoles: Nunca estéis contentos
sino cuando miréis a vuestro hermano con amor. Pero quien leyere el Cantar de
los Cantares y entendiere que el esposo del alma es el Verbo de Dios, y diere
crédito al evangelio publicado según los Hebreos, que recientemente hemos traducido
en el que, refiriéndose a la persona del Salvador, se dice: Hace poco me tomó
mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos-, no tendrá reparo en
decir que el Verbo de Dios precede del Espíritu, y que, por tanto, el alma, que
es esposa del Verbo, tiene por suegra al Espíritu Santo, cuyo nombre entre los
hebreos es de género femenino, RUAH.
Existen
numerosos testimonos sobre los Ebionitas y los Nazarenos hasta bien entrado el
s.VI d.c. Respecto a qué fue de ellos, esta cuestión es un misterio, aunque se
supone que desaparecieron con las invasiones islámicas del s. VIII d.c.
iii.
Los Apócrifos
Judeocristianos
Se trata de evangelios usados por las comunidades judías que habían
reconocido en Jesús al Mesías de Israel. El Evangelio de los Nazarenos (EvNaz), escrito
en lenguaje semita (arameo o siríaco). Según Jerónimo lo utilizaban los
judeocristianos sirios y mostraba un estrecho parentesco con el evangelio de Mt.
El Evangelio de los Ebionitas (EvEb) era un
evangelio compuesto en griego, de una secta judeocristiana. Está emparentado
con el evangelio de Mt, aunque con divergencias esenciales. El Evangelio
de los Hebreos (EvHeb). Los pocos fragmentos
conservados no translucen un parentesco peculiar con alguno de los evangelios
canónicos. Contienen sin embargo elementos sincretistas y muestran
el carácter herético de sus utilizadores judeocristianos.
c) Montanismo
El montanismo fue un movimiento que se produjo en el
interior de las comunidades cristianas primitivas, como un esfuerzo por
enfatizar las realidades espirituales y escatológicas de los primeros tiempos de la Iglesia.
Se trataba de un «movimiento reavivador», como sería llamado posteriormente. El
conocimiento que se tiene de este movimiento se funda en el testimonio de los
autores cristianos, como Eusebio
de Cesarea, Epifanio, Clemente de
Alejandría, Orígenes e Hipólito.
De mayor importancia es, sin embargo, una fuente original en los escritos de Tertuliano, que se adhirió al
montanismo al final de su vida.
El origen de este movimiento se puede fijar entre los años
160 y 170 en Ardabu.
Frigia; allí, un hombre llamado Montano se sintió transportado a estados de éxtasis durante los
cuales profería advertencias proféticas. Luego se unieron a él dos mujeres,
Prisca y Maximila, que también empezaron a profetizar. Montano y sus profetisas
anunciaban el final inminente del mundo, ordenando a sus fieles que se
reunieran en un lugar determinado para esperar allí el descenso de la Jerusalén celestial. Esta profecía fue acogida rápidamente en
distintos estratos de la sociedad, organizándose en comunidades que realizaron
una propaganda muy activa entre cristianos y paganos.
i)
Características
El montanismo, a diferencia de la gnosis y del marcionismo, no pretendía anunciar una
nueva doctrina sino más bien revalorizar ciertos elementos relativamente
olvidados de la doctrina tradicional:
La
escatología, que caracterizaba a la doctrina montanista al afirmar que
el fin de los tiempos se acercaba y que llegaría en un plazo muy breve,
resurgiendo así la espera de la parusía tal como lo habían esperado las
primeras generaciones cristianas. El montanismo insistió en las prácticas
ordinarias en la Iglesia de entonces: preparación al martirio, ayuno, xerofagia (abstención de
alimentos húmedos), castidad dentro
del matrimonio, prohibición de segundas nupcias, negativa a conceder el perdón
a un cristiano bautizado incluso en el caso de que hiciera confesión de pecados
.
El
profetismo. Éste es el verdadero elemento dominante en el montanismo;
sus promotores intentaron revivir el profetismo cristiano, que apenas existía en la
época. No obstante, su concepción del profetismo difería sustancialmente de la
tradición primitiva, puesto que los profetas del
montanismo se consideraban como receptáculos de la divinidad: no eran ellos
quienes hablaban, era el Espíritu quien hablaba por su boca. Así, Montano era
un nuevo Paráclito que continuaba la revelación contenida
en el evangelio.
El movimiento se difundió rápidamente, y hacia el final del siglo II alcanzó su máxima expansión. En Oriente y especialmente en Asia Menor fue donde logró mayor importancia y donde
persistió por más tiempo, subsistiendo hasta fines del siglo IV. También logró gran aceptación en Occidente, aunque
más brevemente. Se encuentran rastros de este movimiento en el año 177 en
Lyón. La carta de los mártires de Lyón a
las iglesias de Asia y de Roma, por ejemplo, habla de la doctrina de Montano.
También se encuentran evidencias de él en Roma y en África, donde, hacia el año 205, Tertuliano se adhirió oficialmente al movimiento.
Posteriormente vuelve a reaparecer un movimiento similar con el
Pentecostalismo.
d) Marción
Marción, cristiano-gentil,
del Ponto, armador de barcos, llega a Roma en el a. 139, y hace un fuerte
donativo a la Iglesia de esta ciudad (400 mil sextercios). En 144 rompe y funda
otra iglesia con jerarquía. Marción predicaba una especie de "comunismo de
la caridad", bajo el pontificado de Pio I (144), que se hallaba muy cerca
de los ideales pitagóricos. Negaba toda comunicación entre la carne y el
espíritu, y rechazaba al Dios de los judíos. Sólo admite el Evangelio de S.
Lucas. Era más práctico, rigorista en ética, dualista, rechaza el AT (rabioso
antijudaismo: Dios de la justicia (AT) y Dios del amor (NT). Jesús tiene un
cuerpo aparente. Moral severísima (no matrimonio, no carne, no vino). Lo
critican Tertuliano, Ireneo, S. Justino, etc.). Su secta pervivirá hasta el
siglo V. Escribió la "Antítesis", obra en la que expone las
relaciones entre el AT y el NT: el AT es fruto del demiurgo y el NT del Dios
del amor que toma un cuerpo aparente.
e) Maniqueismo
Maniqueísmo es el
nombre que recibe la religión
universalista fundada por el persa Mani (o
Manes) (c. 215-276), que se creyó el último de los profetas enviados por Dios a
la humanidad. El maniqueísmo se concibe desde sus orígenes como la fe
definitiva, en tanto que pretende completar e invalidar a todas las demás. Al
rivalizar en este sentido con otras religiones, como el zoroastrismo, el budismo, el cristianismo y el islam, de
sus contactos con ellas se derivaron numerosos fenómenos de fusión doctrinal. La
definición teológica del maniqueísmo ha dividido a la crítica. Mientras que
para algunos eruditos, el fenómeno maniqueo no es reductible a una concepción dualista de la divinidad y el cosmos, ni
es definible como gnosticismo
para otros muchos estudiosos es esencialmente gnóstico y dualista. Se
divulgó desde la Antigüedad tardía por el Imperio romano e Imperio Sasánida, y en
la Edad Media, por
el mundo islámico, Asia Central y China,
donde perduraría, al menos, hasta el siglo XVII. Por ello, sus escritos
litúrgicos sagrados y fuentes propias se encuentran registrados en múltiples
lenguas, entre ellas, latín, griego, copto, persa medio, chino, parto, sogdiano,
etcétera. Por lo demás, existen fuentes no maniqueas que nos informan sobre las
creencias y costumbres de esta religión desde San Agustín a al-Biruni. En
la Edad Media, catarismo y bogomilismo fueron
consideradas herejías de origen maniqueo, y en la actualidad algunas sectas y
nuevas religiones se declaran maniqueas o neomaniqueas, aunque sin relación
directa o histórica con el maniqueísmo.
Los maniqueos,
a semejanza de los gnósticos, mandeos y mazdeístas, eran dualistas:
creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e
irreductibles, el Bien y el Mal, que eran asociados a la Luz (Zurván) y
las Tinieblas (Ahrimán) y,
por tanto, consideraban que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo
del hombre es del demonio. Esto se explicaba a través de un conjunto de mitos
antropogónicos, de influencia gnóstica y zoroástrica. En
el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por causa de la materia
corporal; por lo tanto, creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para
iniciar el proceso de liberación de la Luz atrapada. Desprecian por eso la
materia, incluso el cuerpo. Los «oyentes» aspiraban a reencarnarse como «elegidos»,
los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.
Para ellos Jesús era el Hijo de Dios, pero que había venido a la tierra
a salvar su propia alma. Zoroastro, Platón, Buda y
otras muchas figuras religiosas habrían sido enviadas a la humanidad para
ayudarla en su liberación espiritual, siendo Mani el
Sello de los Profetas. En la práctica, el maniqueísmo niega la responsabilidad
humana por los males cometidos porque cree que no son producto de la libre
voluntad, sino del dominio del mal sobre nuestra vida. Por esto consideraban al
pavo su animal sagrado, porque sus colores en el plumaje revelaban los
distintos estados espirituales por los que pasaba el cuerpo para lograr
purificarse y transformarse en el espíritu divino. El
maniqueísmo fue condenado por la Iglesia que reconoce un solo Dios
Todopoderoso, el mismo del Antiguo y Nuevo Testamento y que ha vencido sobre
todos los demonios y las fuerzas del mal. También fue condenado por el
emperador Diocleciano en el año 297.
f) Monarquianismo
Los dos misterios centrales
del cristianismo son el misterio de la Trinidad (unidad de naturaleza y
distinción de Personas), y la Encarnación (perfecto Dios y perfecto hombre). El monarquianismo constituye un grupo de corrientes doctrinales, totalmente
opuestas entre sí, que tenían como única característica relacionada la creencia
de que Dios era un sólo Rey (monarca) y que no era una pluralidad de personas.
Por ser contrarias a la posición trinitaria, fueron consideradas hereticas por la
iglesia. Existen dos
modalidades del monarquianismo: El monarquianismo dinamista niega la divinidad del Hijo. Los
modalistas o patripasianos (otro tipo de monarquianismo) niegan la distinción
de Personas).
i.
Monarquianismo dinamista
- Teodoto, el curtidor, de Bizancio
se traslada a Roma el 190, y es excomulgado por Víctor I.
- Pablo de Samosata en el 250 dice
que el Logos es el hombre Cristo. El sínodo de Antioquía (268) lo
excomulga y depone. Luciano de Samosata (maestro de Arrio) es su
discípulo).
ii.
Monarquianismo modalista
- Noeto de Esmirna es excomulgado en
190. Praxeas es condenado en Roma por Víctor I. Tertuliano (155-220), que
se hace montanista en el 207, escribe el Adversus Praxeam, después
del 213, contras el modalismo. Es el creador del vocabulario latino en
teología trinitaria ("dos naturalezas, una Persona")
- Sabelio (discípulo de Praxeas y de
Noeto) afirma que no hay distinción real entre las tres personas (prosopos)
divinas. El Padre es Dios en cuanto creador, el Hijo es Dios en cuanto
redentor y el Espíritu Santo es Dios en cuanto santificador. Hipólito lo
combate, cayendo en el error contrario (subordinacionismo).
Los papas Ceferino
(198-217) y Calixto (217-222) hacen de mediadores en la controversia. Sabelio e
Hipólito son condenados. Hipólito es el primer anti-papa de la historia (unos
15 años). Muere mártir con Ponciano en la persecución de Maximino el Tracio
(235-238). Escribe el Philosophoumena, Stygmata, Tratado sobre
la resurrección (dedicado a Julia Mamea, madre de Alejandro Severo), y la Traditio
Apostolica (fuente muy importante sobre la liturgia). Es el primero que
aplica a la Virgen el título de "Madre de Dios". Su teología moral es
sumamente rigorista. Critica a Calixto de blando y monarquiano (de permitir que
los obispos y sacerdotes se casen, de permitir el aborto, etc.).
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