lunes, 25 de agosto de 2014

Primera sesión: Historia Eclesiástica

1.  Definición de Historia de la iglesia

1.1      Definición de Historia[1]

Fueron los griegos quienes le dieron definición al término “Historia”. Desde Herodoto hasta Polibio la historia se concibió como una concepción cíclica. La noción del carácter cíclico de las cuestiones humanas estaba estrechamente ligada a la concepción de un destino todopoderoso, inescrutable inflexible que apuntaban a los dioses como soberanos de la historia. Desde entonces cada período ha tenido su propia definición de “Historia”. Hasta hace todavía un siglo no se afirmaba el carácter científico singular de la historia, que trata de enlazar el presente y el pasado para someterlos a un orden lógico unitario, explicando el presente por el pasado y el pasado por el presente. El concepto de historia nace pues de un intento por comprender y explicar el presente acudiendo a los antecedentes que se presentan como sus condiciones necesarias. En este sentido, la historia admite que el pasado da razón del presente; pero a la vez, supone que el pasado sólo se descubre a partir de aquello que explica: el presente. En definitiva “Historia” es la ciencia que estudia el pasado para explicar el presente y el devenir de la humanidad buscando ser lo más objetivo posible.

1.1.1        Maneras de concebir la historia.
El suceder histórico puede ser concebido de dos maneras radicalmente distintas: como un proceso ideal de crecimiento hacia una meta situada dentro o fuera del tiempo o como una cadena cíclica de repeticiones semejantes al proceso biológico de cada ser humano. El entendimiento de la historia como una sola línea ascensional supone la admisión de ciertos objetivos para la Humanidad, que están fuera de ella. La explicación cíclica se apoya en el concepto de que las sociedades humanas tienen en mismas cumplimiento.

La concepción lineal de la Historia es compartida por el providencialismo agustiniano, el marxismo y el positivismo. En el providencialismo, Dios es el supremo motor de la historia que conduce a la humanidad al cumplimiento del Reino que no es de este mundo. Esta concepción procura encontrar la gloria de Dios en el proceso histórico. La historia se vuelve un proceso de conflicto entre el bien y el mal, entre Dios y el Diablo, en donde solo la obra de Cristo es la garantía final de la victoria al final de la historia.

Contrariamente, la concepción marxista suprime a Dios y su providencia de la historia, pero considera que la meta del hombre al final de la historia ha de establecer una sociedad de plenitud humana. Para Karl Marx (1818-1883) la materia en movimiento, los procesos económicos de producción, son la única realidad condicionante, a la cual están sujetas las instituciones humanas, e incluso la religión. Y solo por medio de la lucha de clases se podrá establecer una sociedad de iguales..

Por otro lado el positivismo sustituye la providencia por el progreso, pero al objetivar la ciencia coloca este progreso fuera de la mente humana y como exterior a ella. Por eso el futuro es más importante que el pasado. Las grandes formulaciones históricas de los siglos XIX y XX –Hegel, Spengler, Tonynbee- se ajustan preferentemente a una interpretación cíclica de la historia. Arnold J. Toynbee (1889-1975) desde un abordaje claramente espiritual, ve la tierra como una provincia del reino de Dios. George Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) ve el progreso de la humanidad desde una serie de contradicciones hasta que un absoluto se manifiesta plenamente en la historia y Oswaldo Spengler (1830-1936) alega que el desarrollo de las civilizaciones sigue un modelo cíclico reconocible según tres tipos de sociedad que se irían sucediendo en el tiempo hasta llegar a una cuarta final de decadencia.

Con ello nos proporcionan un nuevo tipo de protagonistas en la historia, las sociedades o culturas, de esta forma entramos en el concepto básico de la evolución de la Humanidad. Quiere decir que el suceder histórico está empezando a ser universal. La mayoría de estos historiadores aceptan la evolución biológica y social del hombre y lo ven como un factor principal y determinante de la historia.

1.2      Definición de iglesia[2]

La iglesia es la comunidad de todos los verdaderos creyentes de todos los tiempos. Esta definición entiende a la iglesia constituida por todos los que son verdaderamente salvados. Pero debemos hacer una distinción entre la iglesia tal como la vemos los humanos y tal como solo Dios la puede ver. Esta es la distinción histórica entre la iglesia invisible y la iglesia visible. En su verdadera realidad espiritual como comunión de todos los creyentes genuinos, la iglesia es invisible esto se debe a que no podemos ver la condición espiritual del corazón de las personas. Podemos ver a los que asisten externamente al templo, y podemos ver evidencias externas de cambio espiritual interno, pero no podemos en realidad ver el corazón de las personas y su situación espiritual; solo Dios puede ver eso. Solo Dios sabe con certeza quienes son los verdaderos creyentes. No se trata de dos iglesias, sino que es normal que en la comunidad visible haya cristianos nominales.

1.3      Definición de Historia de la Iglesia

1.3.1              Primer acercamiento[3]
El termino historia puede ser interpretado de maneras diversas, desde la perspectiva griega historein, significa, inquirir, preguntar, que fue lo que hizo Herodoto de Halicarnasso considerado padre de la historia al viajar por el Mediterraneo y Grecia, “preguntando” a los lugareños acerca de las tradiciones y los relatos acerca de las guerras medicas. En este sentido historia es hacer una investigación, es el mismo término que usa el apóstol Pablo para describir su encuentro con Pedro en Jerusalén en Galatas1:18. Otra perspectiva de historia es la alemana; “Geschichte” que la define como un evento, un acontecimiento real que ocurre en un tiempo y espacio como resultado de la acción humana. También refiere a una información respecto de un acontecimiento sobre el pasado, generalmente indirecto que puede estar en forma de documento u objeto relacionado al acontecimiento. En conclusión “historia” puede entenderse como una investigación para establecer la veracidad de los datos acerca del pasado, pero también como un relato interpretado acerca del pasado, socialmente importante, basado en datos organizados, reunidos por un método científico a partir de fuentes arqueológicas, literarias o vivas.  Bajo estos términos podríamos decir que historia de la iglesia es el hecho investigado sobre la iglesia cristiana, ocurrido en un espacio y tiempo, socialmente importante, basado en datos, fuentes y documentos reunidos por un método científico e interpretada por una o varias perspectivas historiográficas.

1.3.2        Segundo acercamiento[4]
La historia de la iglesia también puede comprenderse como la disciplina teológica-histórica que, por un lado, tiene por objeto la narración e interpretación de la evolución interna de la iglesia como comunidad de creyentes. En este sentido la historia de la iglesia procura abarcar el desarrollo interno de la iglesia, ante todo su conformación administrativa, el desarrollo del culto o liturgia, el desarrollo del arte religioso y el origen y evolución de la doctrina. La historia de la iglesia, por otra parte, se preocupa por la comprensión de la vida externa de la iglesia, explicitando e interpretando los factores políticos y sociales que han influido tanto en la vida y misión de la iglesia, como en su carácter doctrinal y dogmático. De esta manera la historia de la iglesia cristiana tiene como fin acentuar y clarificar el carácter cambiante de la iglesia como institución humana, a la vez que analizar su evolución externa e interna desde sus inicios; el día de Pentecostés, hasta su culminación en la tierra con la segunda venida de Cristo. En términos evangélicos “historia de la iglesia” es la historia de la obra del Espíritu Santo en la humanidad, pero también es la historia del origen, progreso e impacto de la iglesia en la sociedad humana,

Conclusión
La vida de la Iglesia tiene que ver con el Espíritu Santo, (elemento divino que hay en ella) la Iglesia tomada en sentido estricto; es el cuerpo místico de Cristo en cuanto que vive de la gracia divina, independientemente de la índole religioso-moral de sus miembros, esto es, la gracia misma; es la verdad objetiva y la santidad de la Iglesia, que no se empaña por la sombra del error y del pecado de sus miembros.
De este acontecer fundamental brota, con la colaboración de los miembros de la Iglesia, su vida interna y externa. A la vida interna de la Iglesia pertenece cuanto la Iglesia hace desde su propio centro, y sin referencia «al mundo»; es, pues, su vida en lo que atañe a la esfera directamente religiosa. De la vida interna de la Iglesia forman parte, por ejemplo, su vida de piedad, su reglas de convivencia, sus actividades caritativas, su teología, la conciencia religiosa que de sí misma tiene la Iglesia.
A la vida externa de la Iglesia pertenecen sobre todo sus relaciones con el Estado y con el mundo, y consiguientemente con la cultura y con otras religiones, así como su propagación externa. «Externa» no quiere decir simplemente ni exclusivamente «exterior». Dado el carácter misionero inmanente al cristianismo, las relaciones de la Iglesia con el Estado, el mundo y la cultura son esenciales para su vida.
Para entender la historia de la Iglesia y la Iglesia misma es de suma importancia distinguir en las manifestaciones de la Iglesia actual los planos de la vida histórico-eclesiástica que acabamos de indicar y, sobre todo, descubrir su íntima conexión recíproca.




[1] Suárez Luis. "El concepto de historia" en Grandes interpretaciones de la Historia. Pamplona: Ediciones castil1a, 1976. Villoro Luis. "Historia para qué" en ¿Historia para qué? México: Siglo XXI, 1982
[2] Gruden Wayne. Una introducción a la doctrina bíblica, Teología Sistemática, Editorial Vida, Miami, 2007.
[3] Cairns, Earle E. O Cristianismo Através Dos Séculos, Uma Historia Da Igrega Crista, Traduçao Israel Belo de Azevedo, 2da Ed. Sao Paulo, Vida Nova, 1995.
[4] Piedra S. Arturo. La Historia de la Iglesia siglos I-XV. Editorial SEBILA, San José, Costa Rica, 1989.

No hay comentarios:

Publicar un comentario